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Marta Montes

En la revisión anual con mi dentista habitual la doctora Elena Guimón me diagnosticó un bloqueo de la mandíbula con el agravante de tener los músculos contracturados. Me recomendó que visitara a algún especialista de A.T.M. para que me indicara el procedimiento y tratamiento a seguir.

Todo empezó sobre el 2010, cuando me empezaron los dolores y tensión sin explicación lógica tanto en la mandíbula como en el resto del cuerpo (tenía tal grado de tensión y dolor en todo el cuerpo que por cualquier motivo discutía con las personas de mi alrededor).

Estuve en osteópatas y fisioterapeutas, pero solucionaban el dolor durante uno o dos días, hasta que iba volviendo todo mi cuerpo a volver a notarse progresivamente con dolor y tensión.

Entonces decidí ir al médico de cabecera, el cual me dio cita con el dentista. Cuando me llegó la cita del dentista, sin mirarme ni la boca, ni los dientes, ni la mordedura, me diagnosticó que lo que tenía era estrés. Nada más salir de la consulta, Rafa, mi pareja, me recomendó que fuéramos al Dr. Domingo.

En mi primera cita el Dr. Domingo me miró la mordedura y nos dijo: “Qué pena, con los dientes tan bonitos que tienes y lo mal que muerdes”. Entonces, comenzó el proceso de pruebas, y con los resultados se comprobó que para corregir mi mordedura se desencajaba la mandíbula y chocaban hueso con hueso, y eso es lo que me provocaba tanto dolor.

Entonces se fue modificando la mordedura con férulas, con lo cual iba aliviando cada vez más el dolor y tensión.

Al tiempo (año y medio más o menos) se estabilizó la mordedura, pero nos encontramos con el problema grave que sin desencajar un extremo de la boca, chocaba diente con diente, y en el otro entraba un dedo.

Entonces, hubo que tomar la decisión, si operar o seguir con las férulas, cosa que con mi edad estaba claro, fue una decisión que costó tomar por el temor a la complejidad de la intervención.

Los momentos previos a la operación no los pasé nada bien, pero luego tras la operación fueron unos días duros hasta la recuperación porque no podría comer todo lo que me apetecía, ya que tenía que ser todo triturado y comida blanda.

La recuperación fue avanzando, con las consultas de control del Dr. Domingo y Dr. Javier Martín.

Yo ya podía morder sin desencajar la mandíbula, pero todavía tenía molestias y dolores, por lo que todavía tuve que seguir ajustando mi mordedura, limando los dientes para adecuarlos para mi nueva mordedura.

En una de las consultas, estuve con doctores del extranjero, y utilizaron una máquina que controlaba la presión en cada punto de contacto de cada diente, de mi mordedura. Yo en esta consulta noté al instante una mejoría inmensa.

Muchas gracias a todos los que me han cuidado, tratándome genial y ayudándome a pasar por este proceso.

Actualmente, en general, yo sigo teniendo mis momentos de tensión, pero no son al mismo nivel de intensidad, ni continuidad.

Consecuencia de la operación, ha sido la parte izquierda de mi maxilar inferior, dependiendo del grado de cansancio o tensión del día suele quedarse con menor sensibilidad que el resto de la mandíbula.

Tras todo el proceso, el resultado no es perfecto al 100% pero la mejora es tan grande que sin dudarlo, gracias.

MARTA MONTES

Irún, 30 de Noviembre de 2017

Marta Montes
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